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Los coletazos de la intervención 19 junio, 2007

Posted by marconius in El problemático Oriente.
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Somalia está muy lejos de gozar de algo parecido a la paz desde que se convirtió en un nuevo frente contra el fundamentalismo islámico tras la intervención etíope-estadounidense de finales de 2006.

Los clanes que en su día apoyaron a la Unión de Tribunales Islámicos se han enfrentado a los señores de la guerra laicos y a las tropas del Ejército etíope en Mogadiscio, ocasionando centenares de muertos y miles de desplazados. Además, los remanentes islamistas siguen activos hasta el punto de llegar incluso a cometer atentados suicidas, y la marina estadounidense ha proseguido con su estrategia de ataques selectivos contra todo objetivo que considera una “célula terrorista”.


Victimas de los ultimos enfrentamientos en Mogadiscio (Fuente: informativos telecinco.es) 

La intervención extranjera que sufrió Somalia a finales del año pasado ha traído consigo una nueva ola de violencia que no parece tener fin: los combates entre distintas facciones somalíes y las tropas etíopes, los atentados suicidas contra autoridades y miembros del gobierno provisional, e incluso la continuación de los ataques puntuales por parte de la marina estadounidense, han supuesto la tónica general desde la aparente derrota de la UTI y su expulsión de la capital.

Siendo fiel a su actual estrategia de combatir a los “terroristas” lejos de casa para no tener que combatirles en sus propias fronteras (una clara adopción del intervencionismo militar más agresivo), EEUU se ha valido de sus aliados etíopes y de los clanes que ha logrado atraer a su causa para convertir Somalia en un campo de batalla contra el fundamentalismo islámico, a costa del sufrimiento de la ya de por sí castigada población somalí.

La ofensiva relámpago que lanzó el Ejército etíope a finales de 2006 con la bendición de EEUU logró salvar de la derrota a los apurados señores de la guerra, y consiguió en apenas una semana expulsar de la capital a las todavía invictas fuerzas de la Unión de Tribunales Islámicos, que se habían hecho con el control de amplias zonas del país, y que se vieron súbitamente obligadas a retirarse hacia el sur, hasta más allá de Kismayo y la frontera con Kenya, mientras iban siendo acosados por la aviación estadounidense.

Sin embargo, la situación derivada de la provisional derrota islamista no cristalizó en una paz mínimamente duradera, debido sobre todo a una serie de factores que ya en su momento se advirtieron como probables en una intervención de esa índole: la falta de autoridad y de apoyo de que sigue adoleciendo el Gobierno de Transición somalí (que de nuevo, y tal y como le sucedió durante muchos años antes, no ha podido establecer un gobierno efectivo en un país sin Estado), la oposición y el recelo hacia las tropas ocupantes y los grupos rivales de muchos y muy importantes clanes somalíes que en su día apoyaron a la UTI (un conflicto anunciado en cuanto los etíopes intervinieron en el país vecino), y la continuada resistencia de los grupos islamistas, que lejos de ser totalmente derrotados han llegado incluso a retomar la iniciativa (y que, como ya se predijo en su momento, han acabado por radicalizarse aún más si cabe, en gran medida debido a las iras que inspira la presencia estadounidense).

Un gobierno inexistente

Todo este fracaso radica básicamente en una cuestión elemental: la retirada de las milicias islamistas de Mogadiscio, y la posterior ocupación de la ciudad por parte de las fuerzas progubernamentales y el Ejército etíope no arreglaron nada, sencillamente significaron una serie de vaivenes militares y cambios en los equilibrios de fuerza que al final han retraído al país a la misma situación caótica en la que se encontraba sumido antes del surgimiento islamista.

Somalia es un país socialmente dividido en numerosos clanes y tribus que se encuentra sin Estado desde el año 1991 (ver: Algo está pasando en Somalia). A pesar de la existencia desde el año 2000 de un Gobierno de Transición (que ha pasado la mayor parte del tiempo en el exilio) y un presidente provisional, ambos formalmente apoyados por la mayor parte de los clanes somalíes no islamistas, no se ha podido establecer una autoridad efectiva ni antes de la ofensiva contra la UTI ni después de que los miembros del Gobierno de Transición hayan sido reestablecido en Mogadiscio por los soldados etíopes.

Esta incapacidad se debe, además de a la división social del país, a los propios grupos que, se supone, apoyan a este gobierno: los señores de la guerra que se repartieron Somalia desde la caída de Siad Barre en 1991, y que dicen apoyar los intentos de su actual presidente, Abdullahi Yusuf, por hallar un mínimo de consenso, pero que son a la vez los principales causantes de la división debido a su propia desunión y a la verdadera falta de un compromiso político por su parte.

Así, la reconquista de la ciudad por las tropas etíopes y por las milicias de estos grupos (que luchan de lado del Gobierno de Transición a pesar de haber sumido al país en la anarquía desde hacía 15 años) no trajeron más que una nueva oleada de inestabilidad, al contrario precisamente de lo que supuso el control que ejercieron los islamistas cuando la ocuparon a mediados de 2006.

La falta de un gobierno o un foro de consenso político creíble que aglutine a los distintos grupos somalíes ha ocasionado de nuevo la desunión y el enfrentamiento, mientras que el único soporte serio del inefectivo Gobierno de Transición lo constituyen precisamente las tropas etíopes, que llevan meses intentando retirarse para ceder el control del país a sus aliados somalíes y a las tropas reclamadas a la Unión Africana, unos contingentes exiguos compuestos mayoritariamente por soldados ugandeses que han comenzado a desplegarse desde la primavera pero que no han servido de relevo a los etíopes dado el progresivo empeoramiento de la situación.

Mogadiscio vive los combates más intensos de los últimos 15 años

La falta de consenso político ocasionada por el fracaso del Gobierno de Transición ha vuelto a acentuar la desunión existente entre los distintos clanes y aún más el malestar de los grupos opuestos a la presencia de las tropas extranjeras, dando lugar finalmente a un nuevo conflicto armado.

Uno de los clanes opuestos a la presencia etíope es el de los hawiye, de los más importantes de Somalia (pues domina la zona sur del país y aglutina a uno de cada cuatro somalíes), y que había apoyado además a la Unión de Tribunales Islámicos. Sintiéndose marginado por las nuevas autoridades, el clan se enfrentó a finales de marzo a las tropas etíopes en Mogadiscio, tras una ofensiva contra islamistas desatada por los soldados etíopes y los grupos progubernamentales.

Los intensos combates que se iniciaron entonces, precedidos ya desde la reconquista de la capital de numerosos incidentes esporádicos, y que en gran medida continúan hasta hoy, se recrudecieron especialmente durante el mes de abril, dando lugar a las que fueron consideradas por la Cruz Roja como las jornadas más violentas habidas en la capital en los últimos 15 años, unas luchas que arrojaron un desastroso saldo de 400 muertos, 700 heridos, y 300.000 desplazados.

Estos enfrentamientos, auténticas batallas campales en muchos casos, provocaron la destrucción de numerosos barrios de la ciudad, y obligaron a las tropas etíopes, que habían comenzado a retirarse poco a poco de Somalia a mandar apresuradamente refuerzos.

Refugiados somal�es (Fuente: el-mundo.net)

Los islamistas siguen activos, igual que los estadounidenses

Mientras el país se hunde de nuevo en su habitual dinámica de violencia y el Ejército etíope se embarra cada vez más en la lucha fatricida que desgarra a su problemático vecino, los islamistas vuelven a la carga, y EEUU responde por su parte con su estilo habitual.

La señal más clara de la continuación de la presencia islamista en el país, además de su implicación más o menos directa en los enfrentamientos desastados entre los hawiye y el ejército etíope en Mogadiscio, es el reciente atentado cometido el pasado 3 de junio contra el primer ministro interino somalí, Ali Mohamed Gedi, cuando un coche bomba conducido por un suicida estalló a las afueras de su residencia, fallando su objetivo pero llevándose por delante la vida de al menos seis personas.

A las acciones terroristas de los restos de la UTI se unen las de la marina estadounidense, que ha seguido patrullando las aguas somalíes, continuando discretamente con las acciones militares que desarrolla desde diciembre del año pasado contra los grupos islamistas. La última acción consistió en el bombardeo de una serie de objetivos en la provincia de Puntland, en el norte de Somalia, cuando, según fuentes norteamericanas, un grupo de milicianos islámicos llegó a la zona para enfrentarse contra efectivos locales.

 

En un verdadero campo de batalla es en lo que se ha convertido Somalia (si es que ha dejado realmente de serlo alguna vez) por culpa de la torpe intervención sufrida a finales del año pasado, un cruel conflicto que se ha seguido desarrollando a pesar de que, últimamente, ya apenas se hable de él en los medios de comunicación.

Navio de Guerra estadounidense (Fuente: msnbcmedia4.msn.com)


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